David Vega es el Maestro de las Pompas que conducirá a los espectactadores a figuras cercanas a lo imposible con números únicos en el mundo.
Vega irá contando cómo lo que en un principio parece imposible puede llegar a hacerse realidad orientando hacia la perspectiva correcta y el camino adecuado. Desde la idea de lo imposible irá contando pequeños experimentos, experiencias propias, divertidas historias de grandes artistas que fueron más allá de lo que parecía imposible. Todo en un tono muy divulgativo y humorístico, para hacerlo llegar tanto a los más pequeños como a los adultos que los acompañan. Al terminar la obra, las colosales construcciones fabricadas con membranas 20.000 veces más finas que un pelo de nuestra cabeza, ya no parecerán tan fuera de nuestra realidad, ese será justo el final, en esa sensación de que aquello que se mostraba como imposible puede estar al alcance de todo aquél que se atreva a intentarlo.
Una nueva mesa autoiluminada con leds de última generación para sacar un colorido único a las nuevas esculturas jabonosas, una fantasía de pompas sobre una ventana donde se crearán melodías en el propio movimiento de las esferas efímeras, cañones de ondas de aire que viajarán por el escenario como aros de humo producciendo efectos asombrosos al colisionar con pompas enormes, 12 personas serán metidas dentro de una pompa, cuerdas gigantescas de más de tres metros de largo crearán unas figuras flotantes de tamaños jamás visitos hasta el momento. Pompas rellenas, con humo, helio, vapor de agua, CO2… pero también pompas llenas de pompas que girarán unas dentro de otras, bolas de espuma llenas de miles de microburbujas que podrán esculpirse para darlas formas o torbellinos de humo que ascenderán en el interior de una burbuja para convertirse en fuego.
La música y los efectos de sonido tendrán un papel principal, compuestos para cada escena. Lo que se había convertido en una interesante historia y divulgación divertida sobre las pompas de jabón, poco a poco irá cogiendo un carácter cada vez más cercano a la performance poética, sin que los espectadores necesariamente se tengan que dar cuenta, porque ese caminar sin darse cuenta también es parte del proceso hacia lo imposible.
